viernes, 23 de diciembre de 2016

Mamá en Apuros: Feliz Navidad (segundo intento)





Hoy es víspera de Nochebuena. Me encantaba cuando mi abuela lo decía. Porque no es que fuera 23 de diciembre, no. Es un día especial porque va antes del 24, y tiene nombre propio. En mi cabeza lo veía todo junto, con guiones: víspera-de-Nochebuena.

Hace siete años (me echo las manos a la cabeza solo de pensar en que han pasado ya, ni más ni menos, que siete años) este día se convirtió en más especial aún, porque vino al mundo una de las personas que más quiero. Mi sobrino MiniA decidió asomar su naricilla al mundo, haciéndonos más felices que unas castañuelas. Aún recuerdo ir al hospital a verle, y tenerle en brazos. Yo ya sospechaba que estaba embarazada entonces, pero no lo supe hasta unos días más tarde. La comunicación a la familia también fue más tarde. Fue una Navidad muy especial.

Hace unos días me había puesto a escribir esta misma entrada, la entrada de la víspera de Nochebuena, y no sé qué me pasó que una sombra negra se cernió sobre mis letras y no era capaz de escribir nada con alegría, o con humor. Me invadió la nostalgia, el recuerdo de las personas que ya no están, entre ellas dos importantísimas para mí, como son mi abuela y mi padre. Me invadió el recuerdo de las navidades que pasamos cuando era pequeña, cuando nos juntábamos todos, y al final tuve que dejar de escribir porque me estaba deprimiendo y, lo que es peor, iba a acabar por deprimir a cualquiera que se atreviera a leerme. 

Y ya casi había descartado hacer una publicación especial. Estaba dándole vueltas a publicar un post normalito, pero hoy ha sucedido algo. 

Hoy he visto magia.

Todos los años en el cole de MiniP los Reyes Magos hacen una visita, y les llevan regalos a los niños y niñas. A los más peques, los de infantil, se le da uno a cada uno, y a los mayores de primero a sexto de primaria, uno para la clase. Como este año estoy en el AMPA, lo hemos organizado desde ahí, y como faltaba un rey mago, pues me ofrecí.

Y ahí que he ido esta mañana, con mi día libre del trabajo, antes de las 9 a ponerme el traje y prepararme, junto con otro papá que está en el AMPA y el antiguo conserje, abuelo de MiniC para más señas, que se jubiló hace dos años.


Me ha tocado Gaspar. Lo primero que he hecho nada más ponerme la peluca es hacerme una foto. Y he descubierto que más que Gaspar parecía Bisbal… Pero como no estoy muy fina, no he querido hacer la vuelta bisbalera, más que nada porque con el vestido y la capa me iba a descoyuntar… Luego me he ido a mi trono, junto con mis otros dos compañeros, y ahí hemos recibido a todas las clases del colegio.

Y ha sido espectacular. 

Los primeros han sido los de la clase de MiniP. Según la he visto llegar he notado que había llorado. Me ha mirado, ha agachado la cabeza de medio lado, y me ha echado una medio sonrisa, pero con el gesto de estar a punto de volver a llorar. Ya os he contado el cariño que le tiene MiniP a “los disfrazados”. Cada año con los Reyes Magos del cole lo ha pasado mal, pero creía que este año, al estar yo, lo llevaría mejor. Pues no. Luego me han reconocido todas sus amigas y amigos, que se echaban sonrisas de medio lado y me decían: “eres la mamá de MIniP”. 

Con quien más me he reído ha sido con un compañerito de MiniP, que se ha sentado delante de mí, con la cara muy, muy seria. Me miraba fijamente, sin apartar la vista, pero muy, muy cabreado. Su madre me ha dicho luego que es que me había reconocido y se había decepcionado porque los Reyes no eran de verdad. El caso es que todos los años reconocen a F., el bedel jubilado, y con él no pasa nada…

Luego han pasado los más pequeños. Los de tres años. Alguno no ha querido arrimarse, por miedo, pero otros han llegado corriendo a darnos un abrazo. A todos les brillaban los ojos de ilusión. Ha sido cuando he visto la magia flotar en el ambiente.

Por la experiencia de hoy veo que la ilusión les llega hasta cuarto de primaria, más o menos. Ya en quinto empiezan a hacerse los mayores y hacen del escepticismo un escudo. Por no hablar ya de los de sexto, que son unos preadolescentes en toda regla. 

Y sin embargo, pese a su actitud de soy mayor y no me vas a engañar, pese a que jugaban a ver quiénes éramos cada rey, la magia estaba ahí… Algunos de ellos mandaban callar a los que me preguntaban quién era yo… Nos han cantado villancicos y han echado su carta al buzón.

Viendo esto, me doy cuenta de que da igual que sepas que no existen los Reyes Magos, da igual, si de verdad quieres creer en la magia. Por un lado, puedes comprar los regalos, y por otro seguir ilusionándote por esconderlos, para sacarlos a las tantas de la madrugada el día de reyes y colocarlos debajo del árbol. Da igual la edad que tengas, da igual que seas creyente o no, porque estas fiestas ya han trascendido la religiosidad. Han pasado a formar parte de un imaginario mágico, colectivo, en el que todos ponemos nuestro granito de arena. Unos porque todavía son inocentes y aún creen que existe la magia, y otros, cuando se nos caen los velos que cubren la verdad, porque seguimos contribuyendo para crear la magia, aunque sea de mentira.

Espero que estos días veáis la magia, que os cubra por todas partes y que lo paséis muy bien en compañía de vuestras personas favoritas.




1 comentario:

  1. Que bonita tu entrada contadonos esas cosas que yo tambien recuerdo, me quedo siguiendote y te invito a mi blog ;))

    http://estoyentrepaginas.blogspot.com.es/

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